
Queridos vagos lectores. Estoy escribiendo este post para contarles una situación que me ocurrió el fin de semana y que me hizo notar cuan equivocados vivimos en la ciudad.
El día sábado (34° a la sombra) fuimos con 2 amigos al pequeño pueblo de Máximo Paz a comprar una moto que salió publicada en el diario.
Al llegar al pueblo los escasos habitantes nos miraban con extrañas caras, el motivo de esto es que ellos se conocen entre todos y saben quien es del pueblo y quien no, y nosotros eramos claramente Rosarinos.
Mirando las callesitas del pueblo, me dí cuenta que había casas con las puertas abiertas, bicicletas estacionadas sin lingas en la vereda, chicos jugando en la calle y lo mas importante... no había un mouse a 80 km a la redonda.
Tuvimos problemas para encontrar la calle donde vivía el vendedor de la moto, entonces le preguntamos a una chica que estaba tomando mates en su jardincito. "Hola, sabés donde queda la calle ayacucho?" a lo que la muchacha contestó "Hay... no se las calles", rápidamente este planchero le dijo "Ahh, disculpá creiamos que eras del pueblo" y la chica contestó "Si, soy del pueblo pero nunca me puse a ver las calles. Solamente digo, me voy a lo de María, me voy a lo de pepe, al lado de la iglesia, etc".
Su respuesta me dejó pensando y refleccionando si de verdad vale la pena vivir en esta jungla de cemento, con estrés y acidez; con ventanas que dan a otras ventanas y parques repletos de gente vestida para ir a un boliche.
Espero que lo hayan leído,
Saludos amigos.